Para ti que me has venido siguiendo, recordarás que te he venido contando que el duelo no solo se manifiesta con la pérdida de un ser querido. ¡No!
También lo registramos cuando experimentamos pérdidas de otra índole como lo son:
- Una mudanza.
- Haber extraviado algún objeto personal.
- Una separación física.
- Cambio de estilo de vida.
- Pérdida de capacidades físicas o psicológicas.
- Cambio laboral.
- Estudios inconclusos.
- Migración
Sin embargo, hay un tipo de duelo que nos vemos obligados a vivir y sentir, pero del cual no se habla mucho y es por la pérdida de afectos que siguen vivos, como por ejemplo un hijo, un hermano o unos padres que deciden alejarse y dejar de tener contacto contigo.
Y si, aunque queramos evadirlo u ocultarlo es una realidad con la que se encuentran muchas personas y les cuesta más hablar del tema o pedir apoyo.
Es una forma de dolor que te hace sufrir en silencio, porque sientes que es un proceso complicado, ya que la mayoría de las veces es inesperada. Aun cuando se conozcan las razones o no, provoca de igual manera cierta contradicción, cierto vacío y emociones encontradas que no sabemos muy bien cómo definir.
Mi invitación es una vez más a no reprimir todas esas emociones, porque si hay algo común en las rupturas de lazos familiares es “no querer pensar en ello”. Sin embargo, ese vacío está lleno de incomodidades, nudos sin desatar, palabras dichas y no dichas, etc., pero que sin duda es necesario abordar.
Entiendo que quizás desearías volver atrás y resolver ciertas cosas. Sin embargo, esto no siempre es posible.
Mientras eliges cómo resolverlo, comienza por liberarte del pasado y centrarte en el presente.
Recuerda que vivir el duelo y transitarlo es tu oportunidad de sanar las heridas.
Si sientes que no puedes solo, te invito a que transitemos desde mi experiencia este camino juntos y puedas integrar tu dolor.
Me vas contando…
Juntos en tu proceso de sanación y transformación, ¡la seguimos!
najiba